María Ximena Núñez es una brillante e innovadora oftalmóloga colombiana que tuvimos el gusto de que fuera ponente de FacoElche 2016. Ahora que se habla de paridades, cuotas, discriminaciones y demás nos parecía oportuno que actualizara este Editorial que escribió ya hace unos años para la Revista de la Sociedad Colombiana de Oftalmología y que ahora compartimos con todos vosotros.
Dr. Fernando L. Soler Ferrández
Cualquier consideración que se haga alrededor del papel de la mujer en el campo profesional que nos ocupa debería sobrepasar, a mi juicio, el sesgo feminista. Si bien considero que las mujeres hemos tenido que ir conquistando posiciones en la historia de la Ciencia y de los distintos saberes humanos, desde las épocas de Hypatia, científica y mártir, hoy por hoy el asunto no puede reducirse sólo a la defensa del género. De hecho la OEA en el año 2016 nos presenta la Declaración de Lima sobre la igualdad y la autonomía en el ejercicio de los derechos económicos de las mujeres, donde se asegura el acceso igualitario de empleos, se promueve la igualdad de compensación salarial y se estimula reconocimiento económico a los trabajos del hogar. Pero los derechos económicos de las mujeres van ligados a sus talentos y a su preparación.
Hay que señalar que hay otros aspectos, que se deben tener en cuenta más allá de la defensa de la igualdad de sexos. La psicóloga Elizabeth Badinger, por ejemplo, afirma que: “no hay dominación masculina sino una falta de voluntad por parte de las mujeres para afirmar su autonomía. Cuando se quiere, ¡se puede!”
El postulado de partida es que, en definitiva, los hombres y las mujeres no son lo mismo. Ni desde el punto de vista fisiológico, ni desde el punto de vista de la sensibilidad y del siquismo. La diferencia ostensible entre la identidad del XX y el XY ha ocupado a un sinnúmero de personajes.
Es claro que la búsqueda por alcanzar el reconocimiento de la cultura ha existido y se ha convertido en un lugar común de lo que se considera políticamente correcto. Hablo de la histórica lucha de la mujer para asumir roles distintos, aparte de los que siempre le han endilgado como la exclusiva figura de madre, salvaguardia de la familia, de la moral y del hogar. De hecho, el giro se ha producido y hoy se evidencia en los perfiles de la mujer en roles tan distintos como la política, la ciencia o las artes.
Al remontar la sumisión a las tareas domésticas básicas, con sus supuestas dotes naturales para tales fines, la mujer no sólo trasciende el estereotipo femenino sino que puede asumir su papel de maneras tan diferentes como personales; y quiero resumirlas en tres tipos de roles generales que pueden sobreponer el tema a la simple discusión de género:
Tipo 1
La primera manera de trascender es que bajo un titulo profesional se pueden ejercer labores con sentido de responsabilidad y satisfacción por el deber cumplido. Esta opción no solo incluye mujeres que realizan actividades en el mundo empresarial sino también a quienes realizan administración del hogar.
Tipo 2
La segunda alternativa es que además de ser profesionales, las mujeres se mantengan al día con el manejo de los últimos avances de su profesión, o en caso de las administradoras del hogar, donde se incluye la responsabilidad de la educación de los hijos, mantengan un enriquecimiento espiritual o cultural continuo.
Tipo 3
La tercera opción tiene que ver con liderar proyectos, procesos de investigación y de generación de conocimiento. En este nivel se debe incluir las actividades tipo 1 y tipo 2.
Me parece ahora pertinente enfocar la trascendencia de la mujer en el gremio de la oftalmología donde, históricamente, la mayoría de miembros son hombres. Si hablamos de mi país, Colombia, encontramos que en la Sociedad Colombiana de Oftalmología tenemos una relación hombre /mujer de un 67% y 33% respectivamente. Es claro, por lo menos desde las matemáticas, que los procesos han sido liderados por congéneres masculinos.
Los porcentajes en la oftalmología (67% a 33%) aparecen desproporcionados con respecto a la relación hombre/mujer en la población general colombiana (48,8% a 51,2%).
En la oftalmología contamos con mujeres cuyo desempeño individual se puede perfectamente incluir dentro de los tres tipos de desarrollo profesional antes mencionados, ¿pero cuál es el rol que deben cumplir en el colectivo, en la oftalmología?
Para las que sus metas están ubicadas en el tipo 1, es tarea de hoy hacer las cosas bien, con honestidad, y en consonancia con los avances científicos y tecnológicos. En éste sentido se requiere incorporar la asistencia a congresos nacionales, mínimo como una actualización anual. Es una manera de mantenerse vigentes, representar al colectivo en la comunidad y respaldar la organización de eventos académicos.
Es perentorio, en el rol de tipo 2, difundir el conocimiento a los demás oftalmólogos colombianos, participando en conferencias, simposios y encuentros académicos de educación continuada locales y nacionales.
En el tercer orden de la participación, se requiere salir de cada país, liderar, investigar, difundir y, por supuesto, trabajar de la mano con las Sociedades y agremiaciones que nos agrupan; ayudar a fortalecerlas como sean que entes que nos agremian académicamente y nos representan ante todos los ámbitos de la vida nacional e internacional.
Pero este liderazgo debe hacerse integralmente, es decir, sacándole partido a la singularidad y puntos de vista de una mujer. No desde el absurdo de alguien que quiere actuar como un hombre, sino incorporando las otras dimensiones de lo humano y de lo femenino; como el hecho de querer ser madres y asumir roles organizativos en el hogar, las que a bien lo tengan o lo deseen.
Finalmente, dada la circunstancia de hacer parte de un medio profesional de mayoría masculina, las mujeres necesitan de su apoyo para poder cumplir con su rol médico. ¿Es fácil conseguir este apoyo? Creo que no, puesto que primero se debe recorrer un camino que le permita a la oftalmóloga ganarse el respeto, respaldo y reconocimiento de sus colegas. Lo anterior demanda tiempo y tesón, para no flaquear o perder la brújula, y debe usar su naturaleza innata protectora pero con autoridad.
Zanjar la discusión entre lo femenino y lo masculino, más allá de la lucha por la uniformidad de sexos, nos permite pensar los logros de un profesional más por los méritos propios que por razones de género. Así nos alejamos de vanos resentimientos. Esta es una forma de lograr que a las acciones femeninas o sus logros eviten mirarse con la flojedad de un chiste machista o la estúpida creencia de que el ánimo o el juicio dependen del útero, y otra serie de prejuicios que han hecho carrera incluso en mentes tan reconocidas por su genio desde los tiempos de Platón y de Hipócrates.
MARÍA XIMENA NÚÑEZ
Departamento de Córnea, Refractiva y Segmento Anterior de la Clínica de Oftalmología de Cali (COLOMBIA)
Adaptado y actualizado para FacoElche en su FacoBlog de:
Nuñez MX, La Oftalmóloga Colombiana: más allá de la equidad de género. Editorial. Revista Sociedad Colombiana de Oftalmología, 2010; 43(2):95-97