Diez años después aún me pregunto cómo pudo triunfar y de qué manera esta primera edición. Nada que ver con la evolución organizativa que sufrió FacoElche en los años siguientes. Se editó el cartel a finales de Noviembre y hubo que reeditarlo posteriormente, de manera que hasta entrado Diciembre no se distribuyó en hospitales y centros clínicos. Un único programa enviado casi a dos semanas del evento. Reticencias de los dos patrocinadores y de algunos ponentes con la inclusión de otros, con “espantás” incluídas de última hora. Y a ello se sumaba una ciudad con solo 87 habitaciones de hotel. Las claves fueron que junto a un programa atractivo y novedoso, tanto Alcon como Allergan-Amo, y pese a las reticencias previas, se volcaron con el evento y fueron realmente los que llenaron la sala animando a la gente a asistir. Yo me sentí muy feliz los dos días y recuerdo con un sabor especial una cena en la que internamente me emocionaba viendo a tantos amigos y compañeros en mi ciudad. Hubo una anécdota o más bien una broma que incluí como subtítulo del curso: “Entrando el S. XXIX de la cirugía de la catarata“. Estábamos en puertas del nuevo siglo XXI y muchos pensaban que era una errata, que nos habíamos colado con una X de más. No era así, realmente entrábamos en el S. XXIX de la cirugía de cataratas tras la famosa lanceta de Susruta y el código de Hammurabi. En lo científico era para el momento un curso de faco muy avanzado, incluyendo una sesión sobre faco-láser cuándo éste era una incógnita de futuro. Por otra parte, la primera sesión quirúrgica, transmitida en directo desde los quirófanos del Hospital General Universitario de Elche, fue espectacular, encumbrando a Oscar Asís con un caso muy complejo.