Ernesto Duarte: Alfa y Omega

El último fin de semana de Octubre trajo a la familia de FacoElche alegrías inmensas junto a tristezas infinitas. Dos compañeros muy vinculados a FacoElche vivían el alfa y el omega de la vida
Por un lado el sábado nuestro amigo y colega Jiad Chabani, con quien hemos compartido grandes momentos en su Siria natal, casaba a su hija en una boda preciosa con el amor de su vida.

Al día siguiente, Ernesto Duarte, un fijo de FacoElche y participante ocasional en algunos de nuestros eventos, fallecía trágicamente en un accidente aéreo cuando se dedicaba a una actividad lúdica dominical. Oscar Asís, quien compartió experiencias vitales y profesionales nos escribe su obituario.

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El fin de semana pasado, en un terrible accidente aéreo, murió Ernesto Duarte, se desplomó e incendió el ultraligero en el que volaba. Nos dejó un buen hombre, muy buen hombre. Ernesto era un tipo tranquilo, afable, plagado de hermosas anécdotas que sabía narrar con su enorme encanto natural. Murió víctima de una de sus pasiones: volar, y vivía entregado a otra: la oftalmología.

Ernesto, era ciudadano del mundo. Nació en Cuenca (Ecuador), creció en Pasto (Colombia), vivió un tiempo en México y llevaba más de 30 años trabajando en Barcelona. Es aquí donde se formó en lo que era la Meca de la oftalmología de la época: El Instituto Barraquer.

Podríamos decir de él que fue testigo de los profundos cambios que sufrió nuestra especialidad en los últimos años, pero no estaríamos siendo justos. Ernesto no fue un mero espectador de los mismos, fue actor e incluso protagonizó algunas de esas transformaciones. En los albores de la cirugía refractiva en España y, cuando se iniciaba el boom del LASIK, Ernesto estaba en el pelotón de vanguardia. Contribuyó aportando su valiosa experiencia personal atesorada en Colombia, cuna de esta sub-especialidad. Pero ahí no termina la cosa; muchos fuimos los que nos beneficiamos de su enorme generosidad, compartiendo su microquerátomo itinerante, perfectamente calibrado por él y en unos tiempos en los que estos aparatitos nos daban más dolores de cabeza que satisfacciones.

El Dr. Duarte, siempre subido a la cresta de la ola oftalmológica, invirtió allá por los comienzos de los 90 en el primer láser Excímer sólido que hubo en el mercado y que funcionó al inicio de maravilla, pero luego se torció; nos trae ingratos recuerdos el evocar aquello. Duró menos que un amor de verano ya que a las pocas semanas dejo de funcionar, la empresa que lo fabricaba quebró y con ella el dinero invertido. Años de costosos juicios en la lejana California y ningún beneficio.

Este duro golpe y el hecho de haber dejado pasar el tren inicial de la faco, nos podría hacer pensar que nuestro buen amigo se vendría abajo, pero nada más lejos de la realidad. Haciendo gala de un exultante entusiasmo juvenil y fiel a esas ganas eternas de superación, partió rumbo a Calcuta (India), con el firme propósito de aprender a hacer faco y, como no podía ser de otra manera, aprendió.

No faltaría a la verdad si dijera que estaba en un momento pleno de su vida: finalmente había conseguido sacar la licencia de piloto, operaba facos con pericia y estaba a punto de ser abuelo. Tengo aún fresco el recuerdo de cuando vino a Lo Mejor del Año a contarnos sus experiencias en la India… Amigo querido, ¡cuánto te extrañaremos!

Óscar Asís
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